Amateur (2025) • Crítica

¿De qué trata?

En un género dominado por músculos, explosiones y agentes con habilidades sobrehumanas, Amateur nos propone un enfoque radicalmente distinto: ¿qué pasaría si el héroe de una historia de venganza fuera un tipo común detrás de un escritorio, armado con algoritmos en lugar de armas? Así es como nace Charlie Heller, un introvertido criptógrafo de la CIA, interpretado por un Rami Malek en plena sintonía con su ya conocido estilo de genio inadaptado.

La historia arranca con un golpe devastador: Sarah, la esposa de Charlie (Rachel Brosnahan), es asesinada en un atentado terrorista en Londres. Ese instante rompe la rutina del protagonista y lo empuja fuera del cubículo, directo a una cruzada personal por justicia. Sin experiencia en combate y lejos del prototipo de héroe de acción, Heller se lanza a una persecución internacional —de Londres a Estambul— decidido a encontrar a los responsables, aunque para ello deba chantajear a sus superiores y sobrevivir a una torpe pero intensa fase de entrenamiento con un coronel retirado (Laurence Fishburne, eficaz y seco).

La película, dirigida por James Hawes y basada en la novela de Robert Littell, ofrece una primera mitad intrigante, donde el personaje se enfrenta con crudeza a sus propias limitaciones. La torpeza inicial de Charlie no solo aporta realismo, sino también un cierto encanto: es un vengador que ve tutoriales de YouTube sobre ganzúas justo antes de entrar a escena, un “hombre común” que se resiste a convertirse en el arquetipo que el cine suele imponer.

Pero el realismo da paso al artificio conforme el protagonista evoluciona a una velocidad poco creíble. Lo que empezó como un viaje lleno de tropiezos se transforma en una cacería milimétricamente planificada, con trampas que rayan en lo caricaturesco, como un asesinato en una piscina suspendida en las alturas, más digno de Saw que de un thriller geopolítico. Esta transición abrupta le quita fuerza a la propuesta original y hace que el tono oscile entre lo sobrio y lo inverosímil.

A nivel emocional, The Amateur intenta sostenerse sobre el dolor de la pérdida, pero no siempre lo logra. Las constantes visiones de Sarah funcionan más como recordatorios forzados que como momentos de verdadero peso dramático, y aunque Malek encarna bien al genio neurótico, su repertorio emocional se queda corto cuando la historia requiere más profundidad humana que rareza social.

El elenco de apoyo es una mezcla desigual. Holt McCallany, como un burócrata CIA con cara de villano clásico, aporta energía, mientras que Jon Bernthal aparece brevemente en un rol que podría desaparecer sin afectar nada. Mejor parados quedan Fishburne y Caitriona Balfe, esta última como una hacker aliada que aporta la calidez que la relación principal nunca alcanza.

Visualmente, el film se siente como un eco de thrillers tecnológicos de principios de los 2000, con pantallas repletas de códigos, cámaras de seguridad pixeladas y tensión contenida. Pero si bien la estética tiene un aire retro atractivo, su mirada sobre el espionaje no se actualiza del todo: el guion toca de pasada temas como la responsabilidad gubernamental, pero sin profundidad ni consecuencias reales.

Personajes

Dirección

James Hawes, conocido por su trabajo en series como Black Mirror y Slow Horses, da el salto al cine con The Amateur, aportando un estilo sobrio y enfocado en lo emocional. Su dirección destaca en la primera mitad, donde construye bien la tensión y el duelo del protagonista, un criptógrafo inexperto que busca venganza. Visualmente competente y con momentos creativos, como la escena de la piscina suspendida, Hawes demuestra buen pulso para el drama contenido.

Sin embargo, a medida que la historia avanza, pierde fuerza: el tono se vuelve más convencional y algunas subtramas quedan superficiales. Aunque no rompe del todo con los clichés del género, Hawes aporta una mirada distinta, más cerebral y humana, que lo posiciona como un director a seguir en el thriller contemporáneo.

¿Merece la pena verla?

Amateur no es una revolución del género, pero sí un refrescante experimento. Es un thriller que cambia los puños por cerebros, aunque el cambio no siempre funcione al 100%. Ideal para una tarde sin pretensiones, la película se mueve entre la melancolía y la sátira, entre el homenaje y la crítica. Y aunque no alcance las alturas de sus referentes, tiene el mérito de intentar algo distinto: poner al frágil, torpe y obsesivo “Q” de las películas de Bond en el centro del escenario. Y dejarlo sangrar.

¿Dónde se rodó?

La película se rodó en diversas localizaciones internacionales que reflejan el carácter global de su trama de espionaje.​

Principales lugares de rodaje:

• Londres y sureste de Inglaterra: La fotografía principal comenzó en Londres en junio de 2023, incluyendo escenas en el sureste de Inglaterra y en los estudios Pinewood.
• Francia: Se filmaron escenas en ciudades como París y Marsella.
• Turquía: Estambul fue una localización clave, con escenas rodadas en lugares emblemáticos como el Gran Bazar, la Plaza de Sultanahmet y el Puente de Gálata. ​

Presupuesto

La película Amateur (2025), contó con un presupuesto estimado de 60 millones de dólares.

Nota

Lo mejor

• Propuesta inicial intrigante: La premisa de un criptógrafo de la CIA que se convierte en vigilante tras la muerte de su esposa ofrece un enfoque diferente dentro del género de espionaje.
• La interpretación de Rami Malek, actor que destaca por su capacidad para retratar a un personaje atípico en este tipo de thrillers.
• Escenas como la del asesinato en la piscina suspendida destacan por su creatividad y ejecución visual.

Lo peor

• La falta de profundidad en los personajes secundarios y en las motivaciones del protagonista, lo que dificulta la conexión emocional con la historia.
• Guion predecible: A pesar de su premisa original, la película recurre a fórmulas ya vistas en el género, lo que resta frescura al relato.
• El ritmo narrativo presenta altibajos que afectan la tensión dramática.
• Estética visual apagada: la paleta de colores y la iluminación contribuyen a una atmósfera monótona que no favorece la narrativa. ​